lunes, 3 de octubre de 2011

La sociedad del bienestar


Debatía hace poco acerca del bienestar. Si bien el personal se acerca a su límite en las cotas que cada cual imponga y, por tanto, es subjetivo, el social parece algo más tangible.

El bienestar social se podría considerar como una base, algo así como el lugar de partida, común a una cierta cantidad de gente, que aspirará a más pero, en principio, nunca a menos, es pues un bienestar común en el que, si todo marcha bien, cada cual colabora en algo que hace que la maquinaria de todos funcione.

Pero comentaba que discutía, y justamente es esto último lo que me hizo reflexionar y me empujó a escribir esta entrada. Todas las personas que pueden trabajan pensando en sí mismos, y a lo más en los suyos, allegados, cercanos. Pero la realidad es que, actualmente, lo que llamamos sociedad es algo parecido a un hormiguero, en el que cada cual hace una tarea que repercutirá en todos, y uniendo un poco de cada uno se obtiene un gran común que, con permiso del político, se reinvertirá en alcanzar objetivos comunes.

Entonces mi joven interlocutor mencionó a la sociedad romana, comentaba que “nunca debió caer el imperio” que, me argumentaba, “era perfecto”. Evidentemente una sociedad perfecta pasa por un bienestar social muy alto, y al preguntar caí me sorprendí con algo que ya sabía desde joven pero que nunca vi más útil que para aprobar un examen: Los romanos no trabajaban para vivir.
La pregunta siguiente es obvia, ¿quién lo hacía pues?, y la respuesta es trivial, si bien, de nuevo, no había parado a pensarla hasta ese momento: esclavos.
Visto a grandes rasgos, solían ser presos de guerra y no necesariamente tenías que ser tal, simplemente no ser un ciudadano romano te eximia de muchos derechos, sin que por ello hubieras de trabajar para un señor.

En realidad todo esto me lleva a un único pensamiento, posiblemente muy influenciado por mis gustos y, al fin y al cabo, por mi futuro profesional, pero es altamente probable que mi tertuliano tuviera razón, tal vez las hormigas no hayan avanzado tanto con su trabajo, y al fin y al cabo ellas no se preguntan ni plantean una vida mejor. Nosotros lo hemos visto en la historia, pasada y futura, en películas, pero siempre con papeles secundarios o apocalípticos, quizá el fin del mundo o simplemente una ayuda para la cocina, así que no puedo dejar de pensar que solo nos encontramos en un momento de cambios, de evolución necesaria, de bajar a la mina a trabajar nosotros mismos. Pero por qué no, tal vez nuestro futuro, nuestro bienestar social y la tan ansiada sociedad perfecta que tantas guerras ha causado pase por esclavizar, por dejar de trabajar, acudir a las termas, al coliseo, viajar y simplemente vivir, puede que pronto llegue el momento de repetir el idílico imperio, pero esta vez eligiendo bien a los esclavizados: autómatas o robots, que no sientan ni se pregunten por qué ellos y no nosotros. Ese día seremos auténticos ciudadanos romanos.

No hay comentarios: